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Sociedad de niños

La moda viene determinada por grupos sociales o personas individuales con el suficiente capital simbólico como para influir en las decisiones estilísticas de los individuos corrientes. A estos mismos aspectos hace referencia el autor Sergio Enriquez-Nistal en su artículo ¿Por qué seguimos las modas? (Sergio Enriquez-Nistal 2015). Es obvio que nosotros no mandamos de las modas, las modas pasan por nuestras vidas llevándose nuestro tiempo, dinero y originalidad. Las modas limitan nuestros gustos, nos conducen por un camino lleno de atracciones creadas por y para la sociedad del espectáculo.

Como afirma Guy Debord en el documental: La sociedad del espectáculo (Guy Debord 1974), la vida de las sociedades donde dominan las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos.

Nosotros también nos hemos convertido en un espectáculo. Nos adornamos con los productos creados por la industria y las redes sociales son nuestro escaparate para hacer gala de nuestros nuevos pequeños espectáculos que conforman el espectáculo que somos nosotros mismos.

Los seres humanos vivimos para vendernos los unos a los otros. Las cosas que compramos carecen de originalidad, dentro de los estándares estilísticos que van acorde con tu espectáculo y con el espectáculo que forman nuestros grupos sociales.


Los especialistas del poder del espectáculo están corrompidos absolutamente por sus experiencias del desprecio y el éxito del desprecio. Encuentra su desprecio confirmado por el conocimiento del hombre despreciable que es el espectador. El espectáculo no existiría si nosotros no lo aceptásemos como una forma válida de organización social. Somos como el niño que le ríe las guasas al “gracioso” ( y aveces insoportable) compañero de clase, que desgraciadamente es el que suele tener mayor poder social. Nosotros como espectadores aceptamos y fomentamos el funcionamiento de esta sociedad del espectáculo.




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