En principio, la palabra.
“En el principio existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres.” Jn 1,1-3. En el análisis lingüístico y comentario exegético del Evangelio de Juan realizado por Juan Mateos y Juan Barreto el término Logos significa al mismo tiempo palabra y proyecto. La palabra es, por tanto, el proyecto creador formulado y ejecutado. La religión nace del silencio y después la palabra, nada existe hasta que no se nombra.
Podemos afirmar que la palabra es lo que ordena el mundo, puesto que el poder que ejerce el delimitar las cosas da la “virtud” de etiquetar, categorizar y establecer los marcos de pensamientos de cada cultura. Las palabras unen el mundo de las ideas con el mundo de los hechos. La idea del cristianismo pasa a ser un hecho en el momento en el que aparece la palabra.
Aún siendo el ego una motivación para la creación de conceptos por nuestro afán de segmentar la realidad en forma de palabras y situarnos por encima de las cosas que nos rodean, una de las premisas principales en la mayoría de las religiones es la reducción del ego para conseguir estar en el mismo nivel que todo lo que nos rodea sintiendo así la armonía del ser con las cosas.
Paradójicamente, la única forma de estar en armonía con nuestro alrededor según algunas religiones es mediante la supresión del ego. Sin embargo, el ego se relaciona con el contexto y el contexto está altamente influenciado por las religiones.
Como defiende Monica Tello en su artículo El poder transformador y curativo de los mantras (Monica Tello 2017) los Mantras son palabras utilizadas durante la meditación que pueden no significar nada. Cualquiera puede inventar su propio mantra, siempre que cumpla la función de conectarte con el mundo espiritual. El objetivo del mantra es el de armonizar al ser con el universo, pudiendo incluso hacer que el lenguaje dejara de ser necesario.
Por lo tanto, siendo la palabra, por una parte la forma en la que el ego se manifiesta para relacionarse con el contexto, puede también llegar a ser el medio mediante el cual se consiga la armonía con el universo y por consiguiente la posible liberación del lenguaje.
Por lo tanto, siendo la palabra, por una parte la forma en la que el ego se manifiesta para relacionarse con el contexto, puede también llegar a ser el medio mediante el cual se consiga la armonía con el universo y por consiguiente la posible liberación del lenguaje.